¡Calla a tu mente!
Selene Frías
Descubre tu Diosa Interior
Estoy segura que cada una de ustedes ha intentado callar su mente más de una vez. Habrá alguna que lo haya logrado de forma permanente y otras por breves momentos. ¿Cómo regreso a lo mismo si lo intento siempre?
Para explicar un poco esto me basé en la teoría psicológica de Erick Berne y su Análisis Transaccional, con fundamento en la filosofía humanista. Él parte del principio de que "Todos nacemos bien". Decía metafóricamente "todos nacemos princesos y princesas".
¿En qué momento nos convertimos en sapos o ranas? Y si todos nacemos bien, ¿en qué momento me convertí en lo que dice mi mente? “¡Idiota! ¡De veras soy estúpida! ¡Qué fea soy! ¡Nadie me quiere!” y todo nuestro repertorio que debe ser bastante amplio.
Berne afirma que esto sucede después de relacionarnos con los demás. Es decir, con nuestros padres, familiares, amigos, religión, escuelas, maestros, etc. Por ejemplo, cuando somos niñas o niños, estamos bajo la responsabilidad del padre, madre, abuela, etc. Sus voces se transforman en una grabadora llena de declaraciones prejuzgadas, prejuiciadas y preprogramadas que son activadas a lo largo de nuestra vida. Realmente las escuchamos como voces en nuestra cabeza.
Si la persona que estuvo a nuestro cuidado fue nutritivo, es decir, alguien que nos decía constantemente: "yo te amo", "eres un triunfador", "eres hermosa", "tranquila no pasa nada", “todo lo podemos arreglar", seguramente tendrás una autoestima más firme, y esas mismas frases repetirá tu mente.
Si por el contrario, crecimos con un adulto crítico que nos afirmaba todo el tiempo: "eres fea", "estás loca", "eres mala", "las niñas bien no se tocan la vagina", "puta" y muchas otras, estas últimas se reafirman en la edad adulta, y no puedes explicarte desde dónde vienen. De pronto te sorprendes diciéndote: "qué gorda estoy" o "realmente soy pendeja". Esto se convierte en una forma de vida que puede llegar a determinar toda tu experiencia en el futuro. El padre (así se le llama al adulto que te cuidó) controla al niñ@ para impedir que se sienta a gusto consigo mismo. Si el niño quiere sentirse amado, pues esta actitud del padre lo hace sentir que no lo merece: "eso no es deseable" o "tú no fuiste un niñ@ desead@".
Por esta razón, cuando de adulta te enojas por un trabajo que no hiciste bien, en tu inconsciente reacciona tu padre crítico: "floja"; "te sale mal por tonta". En resumen: el padre crítico te hace sentir rechazada, no aprobada y forzada a hacer cosas que no quieres. Una forma de contrarrestar al padre crítico es desarrollar o alimentar a nuestro padre nutritivo y hacerlo habitar en nuestra mente.
Analiza tu infancia, el lenguaje que utilizaban los adultos que estaban cuidándote.Ojo: no se vale culpar a las personas que fueron responsables de ti, porque a ellos los educaron de la misma manera. Se trata de aprender a reprogramarnos cuando te sorprendas diciéndote esas cosas negativas. Piensa: "soy bonita", "me lo merezco", " me amo", "me acepto", etc. "Esta es una manera de vigilar amorosamante los pensamientos de tú mente, comprender de donde vienen y crear unos nuevos más nutritivos y sanos. Sin juzgarte." Siempre es bueno buscar el acompañamiento y la asesoría de un terapeuta.
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